Describir una experiencia como ha sido para mi la de Campa Adwa en solo
unas líneas es bastante difícil. Lo primero porque podría escribir
hojas y hojas hablando de todos y cada uno de los increíbles momentos
que he compartido allí, con los niños, voluntarios, salesianas y con
todas las geniales personas que he conocido. Pero además, aunque
intentase explicar con cientos de palabras lo que han significado para
mi todas las experiencias que me ha dado el campamento, no creo que haya
ninguna que pueda describirlo tal y como es, porque es algo que hay
que vivir, sentir, y después asimilar.
Aunque suene a tópico, creo que Adwa y su gente me ha convertido, aunque sea sólo un poco, en una persona mejor, o al menos me ha hecho ver la vida desde otra perspectiva. A veces los voluntarios podemos parecer algo así como héroes, por irnos a un lugar 'perdido en África' para ayudar a completos desconocidos. Pero en realidad los verdaderos héroes son ellos, nuestros niños, porque muchos de ellos con apenas casi recursos y con historias muy duras detrás, nos dan lecciones de vida día a día.
Ellos son los verdaderos maestros, los que te enseñan que con
una sonrisa y un abrazo puedes cambiar el día de cualquiera por muy malo
que sea, que lo muy poco se puede hacer enorme si lo compartes con los
demás y que lo verdaderamente necesario en la vida son las personas que
nos rodean.
Camp Adwa es dar, pero sin duda, es recibir.
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